24. Las Tres Y Cinco Minutos (Relato de Amor)



Blanca le dio un beso seco en los labios de Pedro, que comprendía que ese beso quería poner punto y final a esa historia fugaz, que en su momento parecía durar por el fin de los tiempos. Ella agarró la maleta y con la otra mano cerró la puerta del piso de un golpetazo, que resonó en el corazón de Pedro, al quedarse completamente helado ante la puerta, indefenso, sin poder apenas moverse, nada le impedía hacerlo, pero su alma se había congelado, al dejar escapar a la mujer que durante tanto tiempo había soñado, la había visto caminar en esta realidad, y nunca pensó que la vería partir de nuevo buscando un corazón ajeno que quizás ame de la misma forma que él la seguirá amando.

Pedro que está en la penumbra del piso, a fuera está oscureciendo mientras que en invierno destroza a su paso, aunque realmente el tiempo indique tiempo de verano. Pero allí está Pedro, sentado en el sofá del salón, mirando a la pantalla de su televisor que está apagada, observando su reflejo negruzco tal forma está su alma, sin haber dejado escapar ninguna lágrima por ella, pero su interior parece un tornado de sentimientos que no verán la luz. 


La mujer de su vida, le había abandonado, sin hijos, sin objetivos, y la soledad le visitó por tercera vez. Pedro se aferra a lo único que le tortura la mente, la cerveza que siempre ha formado parte de su vida, beber solo es lo que desea, aunque ahora será huraño porque la compañía le dañaría más el corazón, roto en mil pedazos imposibles de volver a unir las piezas para reconstruirlo. Quizás una no sea suficiente, pero al llevar la quinta ya empieza alucinar, pero todavía no es suficiente, se levanta y observa en un armario que casi nunca ha abierto cuando vivía con ella, observa que detrás de las botellas de aceite hay una botella de vozca, la agarra y sin vaso, empieza a tomar varios tragos. 

El tiempo va lento para él, la mente lentamente deja de ser racional y las alucinaciones siguen apareciendo, varias figuras de ella la están observando, pero ninguna le mira a la cara, y se enoja, porque quiere y cree que eso que está viendo es real. Sigue tomando, grita de dolor, el alma se le está consumiendo, y el reloj sigue detenido a las tres y cinco minutos. Pedro pega un grito cuando se le resbala de la mano la botella de vozca y cae al suelo roto en mil pedazos a los pies del reloj. 



Pedro escucha como el segundero empieza a sonar, observa el reloj y el vuelve a funcionar, mira a su alrededor que vuelve a ser de día, mira a sus pies pero no está la botella, entonces a su derecha escucha la dulce voz de Blanca que vuelve a entrar por la puerta, llorando, ella va corriendo hacia él, se abrazan, se besan y se piden perdón. 

HR.

HERO&Corporation.

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